Cada familia, como una micro-cultura, tiene un elaborado sistema de historias y ritos que la distingue de todas las demás, y hace de ella un universo único.

Cada persona, en su familia, es depositaria de esas historias, de esos ritos, de los mitos privados de su familia.

Todos experimentamos el proceso de ir sorteando entre lo “desechable” y lo “memorable” de lo que hemos recibido, conservando lo que nos ayuda a vivir, y, en ocasiones de forma dolorosa, descartando lo que nos encierra, nos paraliza o nos hiere.

Al igual que nuestros “mitos” privados, personales y familiares contribuyen a construir nuestra identidad, y nos proporcionan un sentido de continuidad y de seguridad, también es cierto que pueden tornarse restrictivos y aburridos si no los “refrescamos” de vez en cuando.

Para mantener “el pulso vibrante” de la vida, es importante reinventarse, tenemos que “tejer” con hilos nuevos la trama que une nuestra esencia con nuestro devenir, actualizando nuestra mitología.

El conocimiento propio nace de la revelación de nuestro ser y crece en su reconstrucción.

 

Ana Maury
Memorias Ediciones