Pere Icart Serra
Nuestra vida
A los que no habéis tenido la suerte de conocer a Pere, y no saben de la envergadura del personaje, creo que me toca explicaros porque debería leer este libro. Si la curiosidad de conocer un antepasado no es lo suficientemente fuerte y aún no está suficientemente convencidos de leerlo, os haré cuatro pinceladas. Estas son las memorias de un niño que nació en la más absoluta miseria, huérfano de padre desde los tres años, que sufrió una guerra civil de los ocho a once años y una posguerra larga y durísima donde todo escaseaba.
Aun así, son unas memorias positivas. Muy positivas. Y es que estas también son las memorias de un hombre que levantó un imperio, que prosperó e hizo prosperar a los suyos, que emprendió múltiples negocios y que dio trabajo a decenas y decenas de personas. Sólo para que os hagáis una idea, Pedro fue rabadà, pastor, monaguillo, vendedor de vigas y materiales para la construcción, corresponsal de banco, concejal, productor y distribuidor de carboncillo, granero, fabricante de pienso, agente inmobiliario, constructor de una urbanización… Sin duda, la vida de un hombre así, es una vida para ser escrita. Y para ser leída.
Albert Icart, nieto de Pere
Hay quien tiene suerte en los negocios, hay quien tiene salud, hay quien tiene un gran amor o una buena familia… Yo soy un hombre de suerte. Lo he tenido todo y todavía tengo a Teresa a mi lado. ¿Qué más puedo pedir? Teresa es mi cincuenta por ciento y por eso este libro no se podía titular «mi vida» sino «nuestra». Todo lo hemos compartido como marido y mujer, pero también como compañeros de trabajo y jefes de familia. Hemos sido y aún somos un equipo fuerte y cohesionado. Me casé muy enamorado de Teresa. Y aún lo estoy.
He conocido el amor de verdad y, mirando atrás, puedo decir que ella es lo más importante de mi vida. Con Teresa he hecho una familia que quiero mucho, con ella he levantado y he mantenido la empresa… Ella lo es todo y cada día doy gracias por tenerla. Gracias de todo corazón.
Ya no recuerdo tantas cosas como antes. La memoria es una de las cosas que van huyendo poco a poco, pero los recuerdos de más atrás son los que no se van de mi cabeza. Recuerdo muchas cosas claramente de cuando yo era un niño…
Me gusta mucho mi familia y me gusta el respeto que nos tenemos. Las hortensias del jardín tienen más de cincuenta años. Las plantó mi madre y yo las traje hacia aquí. Cada año me asombro cuando florecen. A mi madre le gustaban mucho las plantas. Estoy feliz cuando la recuerdo porque la vida a su lado son buenos recuerdos, aunque hayamos tenido que pasar tantos momentos difíciles.