Portada Abans que me n'oblidi Miguel Plana

Miguel Plana Pitchard

Abans que me n’oblidi

UN PADRE DE CUENTO

He tenido un padre de cuento. De aquellos que solo existen en las películas infantiles y a los sueños imposibles. Un padre a quien le debo buena parte del que soy y más encara del que quiero ser.

Mi padre era un hombre genial en muchos sentidos, esto lo dice todo el mundo. Generoso con cualquier, una de aquellas personas que hacen el mundo mejor y más divertido. Un visionario de los negocios, un showman como ningún otro, un maestro del goce y, por encima de todo, un hombre con un gran corazón.

Pero, además, era mi padre.

Parece imposible pensar (y especialmente después de leer el libro) que tuviera tiempo de hacer de padre. Es cierto que trabajaba mucho y que, de pequeña, a menudo me costaba llevar la cuenta de sus conciertos y apariciones en las páginas centrales del Lecturas, pero era un padre presente. Los fines de semana solían ser para sus hijos: para ir al Tibidabo o al mercado de Sant Antoni a buscar pins y cromos; a comer en un chiringuito o tirarnos en sofá a mirar un documental o una peli de Cantinflas. Y si había fiestas o cenas (en Cadaqués, por ejemplo) Adri y yo siempre estábamos. Recuerdo acabar durmiendo sobre la mesa de un restaurante más de una vez. Íbamos de viaje, de conciertos, a cenar, al teatro, al circo, a ver magia, musicales… No todo eran flores y violas, pero, en el fondo, teníamos un profundo sentimiento de familia que no hemos perdido nunca. Mantenernos juntos fue siempre uno de sus grandes objetivos y sé que ha marchado con la certeza de haberlo conseguido. Para mí, han sido casi 40 años de fortuna a su lado.

GINA PLANA

ANTES DE QUE ME OLVIDE

Durante dos años he escrito a mano mis recuerdos. Lo he hecho por trozos, igual como hace la memoria, que ahora recuerda una fechoría infantil con un amigo del barrio, después los abrazos de mis limpios el pasado domingo y, unos minutos después, el primer tigre de cartón de Tintoretto. Mi intención era simplemente que mis nietos, mis hijos y mis amigos me conocieran mejor. Los quería poder explicar a mis nietos, con todos los detalles posibles, como he vivido y como he pasado de repartir cucuruchos de garbanzos cocidos, a ser el abuelo que hoy conocen. Los mejores momentos son los que paso en familia, cuando hacemos nuestro viaje anual, cuando nos encontramos todos casi cada domingo (…)

Quiero que nuestros nietos, y después sus hijos, tengan claro de dónde ha salido todo lo que ven, pues yo vengo de humilde y mis padres eran pobres a más no poder. Mi padre hizo lo mismo toda la vida y nunca aceptó ninguna de las oportunidades que el amo le ofreció para ascenderlo. Él era así, no tenía inquietudes, pero, en cambio, ayudaba mucho a mi madre, se levantaba a las cinco de la madrugada y ponía las ollas de garbanzos y judías a hervir. (…)

Me gusta hacer feliz a la gente, me ha gustado hacer fiestas llenas de sorpresas porque las personas las disfruten. Yo trabajo mucho para organizarlas y después me siento tranquilamente a ver como los invitados se lo pasan bien. En este piso donde vivo he hecho muchas de fiestas y todavía las hago: el 10 de marzo pasado hicimos «Una fiesta muy animal» para celebrar los 4 años de la pequeña Hana.

He vivido en una época muy libre y he estado siempre acompañado de personas especiales, creativas y divertidas, gente del arte y el espectáculo que, a buen seguro, me han contagiado un poco de su creatividad y una buena dosis de libertad. Ahora que estoy escribiendo mis peripecias, veo que la organización de fiestas ha sido la actividad donde más he desarrollado mi ingenio.

Otra de mis grandes pasiones es la música, escuchar canciones ¡y también cantarlas! Canté a La Tierra desde el primer día, y durante 17 años en Luz de Gas. Incluso Joaquim Puyal me contrató para actuar en un programa suyo que se llamaba ¡Por muchos años!