La escritura acompañada es una actividad amena, constructiva y fructífera
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Todos conocemos a alguien (incluido uno mismo) que alguna vez ha escrito un artículo, un ensayo, una poesía, un libro o cualquier otro texto, y que lo tiene guardado en un cajón (¡o en un pen drive!), releyéndolo en alguna ocasión con una mezcla de pudor, desencanto, rabia y frustración, al pensar en lo que podría ser y no es.

Es bastante difícil evaluar objetivamente un texto escrito por uno mismo, y son tan frecuentes los casos de escritos sub-estimados como los que son sobre-valorados por el propio autor. En esto, como en tantas otras cosas, la mirada de un tercero y, en su caso, su ayuda o colaboración, pueden ser la palanca que desbloquea la situación.

En un proceso de acompañamiento literario, o simplemente de escritura acompañada (coaching literario para los muy modernos), se duplican las fuerzas, los recursos y las posibilidades de éxito. Si, además, el colaborador elegido es un profesional de la comunicación escrita, o una persona con un don especial para la escritura, no solamente se llegará más lejos, sino también más rápido. Aunque solamente sea en la satisfacción personal, ya que no todo lo que se escribe tiene porque tener una vocación comercial, ni siquiera pública.  Lo que se escribe para un círculo reducido, privado, también merece ser cuidado y acertado.

La verdad es que las ocasiones de escribir, en la galaxia informática y tecnológica que nos absorbe a todos, son cada vez más numerosas. Pero la tentación de escribir que suscita la facilidad de publicar no necesariamente va acompañada de la competencia para hacerlo. Hay blogueros y comunicadores de enorme talento, pero también hay mucha escritura menuda que tiene poca vida útil y menos repercusión aún, por no mencionar una calidad insuficiente, propia de todo lo que se generaliza. Como el “mercado” es bastante poco indulgente, y se satura pronto, la falta de éxito de lo escrito genera nueva frustración, el afán de escribir vuelve al cajón (¡o al pen drive!), y se cierra el círculo de “querer y no poder”, o, mejor dicho, “querer y no saber”.

Bien sabido es que la escritura es enormemente beneficiosa, por lo que no podemos dejar de animar a la gente a hacerlo. Pero para no sufrir las consecuencias inversas, y quedar frustrado y desengañado (lo que es escasamente terapéutico), aconsejamos ha
cer lo mismo que cuando se asciende una montaña: llevarse un guía, que le lleve a uno por el camino más llano, más seguro, más atractivo y con las mejores vistas.

 

 

 

 

 

 

Es como todo; las cosas cuando se hacen bien, salen mejor.

 

Ana Maury
Memorias Ediciones